Imposible pensar en Leo, sin que una tacita de café con mucha azúcar acompañe hasta enfriarse, una sostenida, amena e interesante charla. De tanto en tanto, con un “yo hablo mucho contame algo vos…” hacia lugar a un sorbo de café y con una mirada interesada escuchaba prestando auténtica atención.
La riqueza de su pensamiento sumado a la vehemencia de sus comentarios, hacía de ello un momento de disfrute y de sensación de “eureka” en profundos descubrimientos personales. Tratar de expresar lo que significó en nuestro camino el encuentro con Leo es quedarse corto, porque las palabras no siempre ayudan a dar dimensión de lo que anida en el alma. Compartimos con él la hermosa aventura de formar parte de este hacer. Nos condujo formando con sus certezas nuestra mirada y acompañándonos cariñosamente con su sonrisa y sus agudas observaciones. Generar la duda e impulsar salir al encuentro de “lo no conocido” para crecer. “Concepción y Diseño”…lo que define y lo que describe…las grandes discusiones; siendo él mismo, creo, (a riesgo de su reclamo) ambos. Sus polémicas frases como “La arquitectura no existe” obraban de motor de reflexión, cuestionamientos y argumentaciones en las que nunca ganaríamos.
El culto a la palabra, al trabajo, al compromiso adquirido, al rigor de sostener las ideas, fue un norte transmitido a cada uno de nosotros.
Un dicho popular reza “Amarra tu arado a una estrella”. Característica principal de sus enseñanzas; el mundo de las ideas y el mundo de las cosas llevado a la máxima expresión posible. Tener proyectos, soñar con ellos, pero “traerlos al mundo” con tenacidad y esfuerzo.
No lo despedimos, porque queda en nosotros, en el aire del taller, en los comentarios cotidianos… nunca se fue, nunca lo dejamos ir… y ahora mucho menos. Gracias por todo Leo. Gracias por tanto…

Patricia Rodríguez Anido